No hables más. Estoy escuchando la música que me hace vivir. La música que habla de mi virginidad y deja salir los líquidos más puros. No hay más religiones, credos, ni instituciones que dejen no volar a este ángel. Marchando sobre las flores, pisoteando tu naturaleza puedo aspirar su perfume. Lo siento, pero de otra manera no puedo ser sensible. No puedo ser dulce para acariciar tu naturalidad. La torpeza es lo que me creó y la ausencia de una Ella. Me vuelvo a lo más primitivo, la carcajada de sentidos y contrasentidos porque eso soy yo: una mujer primitiva que ama la civilización, pero no puede conectarse con ella. Por eso sufro, como cavernícola que lo puso en otro tiempo, en un extraño tiempo.
El sonido es algo que está desde la a existencia del hombre, por eso en este contexto que vivo la música es la conexión a mí misma. Las letras las aprendí porque en mi psicogenesis alguien planto un abecedario. La sensibilidad, terrible compañera, me la dejó un ángel que me encerró en esto para poder sobrevivir. Como me gusta tener ojos y orejas y asemejarme a los individuos porque puedo escuchar como se sonríen y se aman. OH!- afrancesado- qué mundo perfecto.
Estoy mintiendo, que suerte que ese ángel me dejó poder expresar letras, letras, letras sin sentido. El sentido común lo tenemos todos, pero el buen sentido les falta a todos. Por eso vemos y oímos, para no escucharnos a nosotros sino a los otros. Nunca a nosotros.
La nueva ola es escúchame, escuchá. Y yo sigo plantando mi semilla que algún hombre la encontrará: ámame, sabe ama.
Ama- sabe. Sabe que ama.
Escucha-escucha. Sabe que escucha.
La comunicación, la comunicación y los paradigmas de este siglo.